Me gusta mucho mi
profesión. Cualquiera que trabaje conmigo lo nota al momento.
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John Ford con el parche puesto |
Cuando tomé la senda de la edición, lo hice con cierta
responsabilidad, porque ya iba cumpliendo años y tocaba comprometerse. Desde entonces intento nutrirme de los trabajos de otra gente; la de aquí y la de más allá del gran charco; y de lo poco (bueno) que se ha
escrito al respecto. Intento mejorar. Y disfruto como el que más durante el
proceso.
El último proyecto en el que participé resultó ser una prueba realmente dura. Fue una delicia trabajar con aquella gente, pero no es sencillo dar sentido a mucho material sin guión previo. Creo que ha sido la primeira vez que me ha sobrepasado el trabajo... ¡en diez años! Un uppercut con crochet sobre mi ego que por suerte no me ha hundido. Es más, me ayudó a reinventar mi forma de trabajar y a reafirmarme más en el método que estaba desarrollando (si cabe).
Después de una semana echando muchísimas horas delante de la línea de tiempos, un jueves
dejé de ver de un ojo. Y me pilló delante de la mesa de
edición. Así que me pasé media hora con los ojos cerrados, en un intento por relajar la vista. Cuando vi lo suficiente (aunque de forma
borrosa) para coger el coche, volví a Cerceda. Yo no quise darle mucha importancia, pero al llegar a casa tanto
María como
Cru, se encargaron de tirarme de las orejas para que acudiera al médico. Yo (inconsciente que es uno) esperé a
acabar el proyecto.
Situación superada... pero con consecuencias.
Ayer tuve que ir a urgencias porque sigo viendo puntitos negros en ese ojo. Has tenido un desprendimiento de retina que está cicatrizando, dijo la oculista. Non me echaron bronca por ir tan tarde, lo hicieron por no ir aquel mismo jueves, al momento. Por lo visto no he quedado ciego de ese ojo porque tengo una flor pegada al culo de nacimiento. Una vez más, y van unas cuantas, he tenido la suerte de aprender de un error sin consecuencias dramáticas.
Hay situaciones que nos hacen ver la vida de otra forma. Un poco irónico, pero cierto.
Ahora sé que comprometerse con un proyecto no significa ir más allá de los límites de uno; significa cumplir con lo acordado y asegurarse de que vas a poder seguir haciéndolo al día siguiente.