Quedé con Fer por la tarde y las ganas de verlo hicieron que llegase tarde. Me perdí. Él ya esperaba, pero no existió reproche. "¡Macou!", dijo. Y sonó tan caluroso que por un instante no se me dio por pensar que llevaba el pobre quince minutos congelado delante del Teatro Jofre.
Hablamos. Nos mostramos nuestras heridas de guerra y disfruté de sus creaciones, de su crecimiento artístico. Hablamos, hablamos.
Por la noche se proyectó Exitus y me recorrió una serena sensación de derrota. Las luces se apagaron. Siete minutos después y, pese a las caras de desconcierto, el público nos despidió con unos aplausos que dejaron en la sala un inequívoco eco de condescendencia. O a mí así me lo pareció.
Marchamos de allí a pie. ¡Teníamos tanto que contarnos! Me gustó porque no fue un paseo director-actor, simplemente éramos Fer y yo recorriendo las desiertas calles de Ferrol.
Ya en el bar se acercó a nosotros una chica. La reconocí al momento porque fue una de las dos personas que tuvieron el valor de hacernos una pregunta en el cine (acerca de Exitus). Nos felicitó y también nos regaló una sonrisa. ¿Qué más se puede pedir?
A las once y media de la noche sonaron las campanas de la una y media de la madrugada. Una hermosa elipsis temporal. Cinematográfica. Me hubiése quedado en Ferrol alargando la noche hasta convertirla en día. Pero me fui. Para cerrar un círculo es necesario marchar. Es inevitable.
El círculo se cerró. Sí. Pero quedó abierto.
EXITUS
2 comentarios:
El círculo se cerró y su pequeña sección de arco fracturada (desplazándose) lo convirtió en una espiral comenzando su segunda vuelta. Comenzando su segunda vuelta digo. Fer.
Perdón si en cada fotograma de Exitus no se ha visto correspondida tu entrega en la interpretación y gracias por demostrar que el paso del tiempo es relativo y que los lazos son fuertes porque a uno y otro lado del lazo hay manos que los aferran.
¡Muchos besos amigo!
P.D. Ya hablaremos de unas manos de látex y locuras por el estilo.
Publicar un comentario