Ser obstinado tiene sus recompensas. Ahora que vuelvo sobre lo vivido (tampoco mucho -que no soy un viejo-) me doy cuenta de la enorme verdad que encierran estas palabras. Todo lo que he logrado (desde lo más pequeño a lo más importante) ha sido por pura y dura cabezonería.
Gracias Aldara por recordar a papá que los límites nos los ponemos nosotros. Intentaré no olvidarlo mañana, pero por si las moscas: Sigue con ese espíritu salvaje.
300 GOLPES
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