18 julio 2007

El daño que nos ha hecho un refresco

Gretel ha abierto la Caja de Pandora y de ella han salido unas cuantas películas de nuestra infancia. ¿Recuerdas tú alguna otra?

Maldita sea la hora en que encendimos el televisor para ver el nuevo anuncio de la innombrable bebida carbonatada con sabor a cola. Y es que no hay nada más bajo que hacerle reconocer a uno los años que tiene. Quién viviese como Sara Montiel o Marujita Díaz, ajeno a este desagradable tema hasta el fin de sus días!



Una vez dicho esto, dejemos que sean la nostalgia y el cine infantil los que protagonicen este artículo. Y es que los ochenta fueron una fantástica década para los que entonces éramos niños (hoy –como decía- fieles seguidores del dogma de Peter Pan).

La Princesa Prometida (1987), además de ser una de mis películas de infancia preferidas, ha soportado con gran dignidad el siempre duro azote del paso del tiempo. Tenemos que reconocerlo: siempre ha funcionado muy bien lo de chico busca a chica, a chica le gusta chico y perdices de postre.

Pero los ochenta nos dejaron algunas otras joyas, como La Historia Interminable (1984), de la que recomiendo además el libro; Dentro del Laberinto (1986), que seguía los pasos marcados por la serie televisiva Fraggle Rock y combinaba con gran eficacia personajes reales y muñegotes animados manual y mecánicamente (olvídense del 3D por un momento); Cristal Oscuro (1982), una historia fantástica en todos los sentidos y la primera película que me hizo pasar miedo y reír al mismo tiempo (desde entonces adoro a la bruja Aughra y su creador Frank Oz –el gran Maestro Yoda de Star Wars-); Los Goonies (1985), ¿quién no buscó en su desván una puerta secreta con un mapa del tesoro (y si no la encontró... la inventó!)?; El vuelo del navegante (1986), que aprovechaba el camino abierto por E.T. (1982) y tenía una factura más refinada que Mi amigo MAC (1988) a pesar de ser esta última posterior;... y otras tantas.

Veinte años más tarde, sigo disfrutando de esas historias y comprobando que mis sobrinas disfrutan de ellas tanto como yo.

Gracias Gretel por invitarnos a ver hacia atrás. Y si a alguien se le ocurre alguna otra película que haya marcado su infancia... Nos lo cuente! Tengo ganas de re-descubrir alguna rareza oculta en algún lugar inaccesible de mi memoria.

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