Recuerdo soñar con formar parte de una compañía de teatro. Eso fue bastante antes de conocer las delicias del cine (del montaje) en la Escuela de Imagen y Sonido. Entonces era un actor valiente. Muy bueno, por cierto. Capaz de actuar y dirigir a un nivel extraordinario. Vaya mierda más gorda. Se ve que con menos años, menos aprietan también las exigencias y más generoso se es en la consideración de uno mismo. Pero el mundo evoluciona con una arritmia vertiginosa y nos pasa por encima aplastándonos. El tiempo pone a cada uno en su sitio. Coño, es que es verdad.
Un día empiezas a dudar de tu tamaño. Es un giro doloroso, pero necesario. Aceptas que con una boca tan pequeña no puede uno comerse el mundo y tomas la decisión de hablar en voz baja. Con los pies percibiendo el suelo por primera vez, avanzas tambaleándote en una dirección, rezando porque sea la correcta. Ahora piensas mucho más cada paso, quizás porque ahora sí sientes las piedras del camino. Y te cruzas con gente que pasa volando por encima de ti arrastrando su propia mentira y pisándote a veces la cabeza. Extraordinarios.
Admito haber soñado con dirigir películas, también con actuar en una compañía. Soñé tantas estupideces que llegué a olvidar que lo que realmente necesitaba eran el cine y el teatro, no esa imagen amorfa de mí mismo: un hombre-elefante que se creía Adonis.
28 noviembre 2009
02 noviembre 2009
Circo y mentiras
Tema: Sad Waltz * Intérprete: Michael Ford

Suscribirse a:
Entradas (Atom)